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martes, 13 de mayo de 2014

SÉPTIMO DÍA: REMATANDO EL VIAJE

Hoy hemos vuelto a nuestro horario habitual de levantada, y a las 06h00 ya nos estaban llamando a las habitaciones. El objetivo era salir del hotel a las 07h30, en dirección a Betania, y se ha cumplido. Y como "de bien nacidos es ser agradecidos", hemos comenzado la ruta rezando a Nuestro Padre en agradecimiento por los días tan estupendos e intensos que tenemos la fortuna de estar viviendo.

Llegamos a Betania, la ciudad de Marta, María y Lázaro, grandes amigos de Jesús. En la visita que Jesús les hace por la muerte de Lázaro, las hermanas se lamentan ante el Maestro porque éste no hubiera llegado unos días antes, para ver a su hermano con vida, y es aquí donde Jesús proclama estas bellas palabras: "Yo soy la Resurrección y la Vida; quien cree en mí aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre" (Jn 11, 25-26). Y ya sabéis cómo acaba la historia...


Hemos empezado nuestra visita visitando la Tumba de Lázaro; la entrada es por la calle lateral de la iglesia de San Lázaro, y es muy angosta. Se bajan dos tramos de escaleras talladas en roca (la tumba está en una gruta) y posteriormente hay que agacharse mucho porque la entrada al sepulcro mide menos de un metro de altura. En el sepulcro no caben de pie más de 5 personas. Un grupo hindú se nos ha adelantado por unos minutos y hemos tenido que entrar detrás de ellos; menos mal que vamos con antelación suficiente a todos los sitios, y prácticamente no hemos hecho ninguna cola durante toda la Peregrinación.























Una vez vista la gruta, nos hemos dirigido a la Iglesia, custodiada por los PP. Franciscanos, para celebrar la misa. Una vez más, el P. Aísa ha demostrado un gran tino en la elección de las lecturas y los cantos, con continuas referencias a la Muerte, y el gozo que nos debería suponer, puesto que no es el final sino el principio. Y por cierto, en esta ocasión ha celebrado la misa con una casulla muy bonita, referente al episodio que hemos narrado antes.





Al salir, una pequeña parada comercial antes de salir en dirección a Masadá, donde nuestras intrépidas amazonas nos han mostrado sus habilidades a lomos de dromedario. ¡Uy, y qué besico más rico le ha dado a Rosa!












En Masadá lo que nos esperaba era impresionante: primero, una proyección donde nos explicaron los orígenes, auge y caída de este gran enclave judío. Espectacular la narración en la que sus habitantes eligen la muerte frente a la esclavitud; cómo se hizo un sorteo para elegir qué diez guerreros acabarían con la vida de toda la población, incluyendo ancianos, mujeres y niños, y cómo posteriormente elegirían al encargado de matar a los otros nueve para posteriormente dejarse caer sobre su propia espada. La película de Peter O'Toole narra estupendamente este tremendo episodio histórico.




La visita comienza con una subida en teleférico, con cabinas con una capacidad de entorno a las 60 personas; el viaje es rápido y al llegar arriba salimos y nos dirigimos a un sombrado donde encontramos una relación de los puntos de interés del enclave. La visita dura unos 45 minutos. También nos hemos hecho foto de grupo, como viene siendo habitual, y hemos conocido a un escriba que desarrolla su tarea en una pequeña habitación en el interior de las ruinas de una sinagoga.




























Al acabar, hemos vuelto a coger ese teleférico para dirigirnos al restaurante a comer y hacer las últimas compras del viaje, principalmente cosas relacionadas con las sales de baño, jabones y cremas del Mar Muerto.






Y después de comer, cogemos el bus para realizar otro de los atractivos de este viaje tan maravilloso: el baño en las aguas del Mar Muerto.

La sensación de bañarse en el Mar Muerto es muy curiosa, a la par que difícil de explicar: debido a la gran concentración de sal en sus aguas, es imposible que se desarrolle la vida en su interior. También hace imposible que el cuerpo se sumerja, permaneciendo flotando todo el rato. Hay que tener cuidado que no entre agua en los ojos o la boca, si no quieres pasar un mal rato...

También es un sitio para tomar baños de barro. Las propiedades minero-medicinales de su tierra combaten diferentes tipos de enfermedades, relacionadas con la piel y las articulaciones.



















A las 16h30 hemos emprendido regreso al hotel, para disfrutar de tiempo libre para actividades particulares de visitas por diferentes puntos de la ciudad. Y hay quién ha dedicado la tarde a descansar, porque tantos días de actividad pasan factura.

Mañana, Tel Aviv. Y también lo contaremos...

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