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martes, 13 de mayo de 2014

SEXTO DÍA DE VIAJE: LA CIUDAD ANTIGUA DE JERUSALÉN

Una prueba de que "la Fe mueve montañas" es que hoy nos hemos levantado a las 05h30, y sin rechistar, por la gran expectativa que teníamos en el día de hoy. Y es que íbamos a visitar, entre otros, el lugar más sagrado para los cristianos: el Santo Sepulcro.

Arrancamos nuestra jornada, como es habitual, dando gracias a Dios por los días que estamos viviendo, rezando un Padrenuestro en el bus, de camino a la Puerta en la que comenzamos el Vía Crucis.


El Vía Crucis se compone de 14 estaciones, representando 14 momentos de la Agonía de Nuestro Señor Jesucristo. Hemos portado una gran cruz de madera, que nos hemos ido alternando entre todos, para acabar en un gran círculo en el que todo el grupo de ha pasado la cruz de mano en mano. Las cuatro últimas estaciones las hemos hecho en un recinto de la Iglesia Copta, desde el que hemos accedido al patio de acceso a la Iglesia del Santo Sepulcro.






























Aquí, con un fotógrafo profesional, nos hemos hecho la foto de grupo de rigor, recuerdo de este maravilloso día.


Marcelo sabe cómo hacer las cosas; nada más hacer la foto hemos accedido al interior y justo a la derecha nos encontramos las escaleras de acceso al Gólgota, que hemos disfrutado para nosotros solos, dado lo temprano de la hora. ¡Una auténtica gozada!





De ahí, a celebrar la Misa, reservada para las 09h00. Y a continuación, unos de los momentos clave del día, la entrada al Santo Sepulcro. El Santo Sepulcro es un pequeño recinto donde se encuentra la losa sobre la que Jesucristo fue depositado al descender de la Cruz. Nos cuenta Marcelo que los primeros en llegar al Sepulcro cuando se corrió la voz de que el cuerpo sin vida del Maestro no se encontraba allí fueron Juan y Pedro; y que aunque Juan corrió más rápido (¿señal de que amaba más a Jesús?), permitió que fuera Pedro quien entrara primero, reconociendo de algún modo la autoridad de éste en la Iglesia. Y nos cuenta también que la Virgen María fue la única de los seguidores de Jesús que no corrió al Sepulcro a comprobar que Jesus había resucitado porque su Fe en lo que iba a suceder era inquebrantable y no tuvo la necesidad de verificarlo.

El momento de intimidad que cada uno de nosotros puede experimentar en el interior del Santo Sepulcro es indescriptible. Todos los cristianos deberíamos tener la posibilidad de vivirlo.








Y seguimos; de ahí, un paseo por el Cardo Máximo, recorriendo los barrios cristiano, judío, musulmán y armenio, hasta llegar a la Iglesia de la Dormición, al encuentro con la Virgen María. Continuamos hacia la Tumba del Rey David, representado en una estatua en la calle a la que le falta la nariz, porque los judíos no admiten la representación humana en esculturas, y de alguna forma arrancársela es crear una imperfección en la figura y entonces deja de ser una representación humana. En fin...









Al salir de la tumba, en la que todos los varones debíamos llevar la cabeza cubierta, bien con nuestras gorras de Peregrino o con una kipá que ponen a nuestra disposición en estos recintos (igual que en el Muro de las Lamentaciones), hemos bajado por la muralla otomana hasta llegar al Muro. En la entrada hemos visto parte de la celebración de un "Bar Mitzvá", el rito de celebración del paso a la "edad de responsabilidad" de un varón al cumplir los 13 años; a partir de ahora podrá leer el Pentateuco, y a los ojos de Yahvé el padre queda eximido de responsabilidad por los actos del hijo.



El Muro es espectacular de día y de noche; Marcelo nos ha dado unos minutos para volver a acercarnos, si lo deseábamos. ¡Y claro que lo deseábamos! La sensación de este rodeados de un ambiente colectivo de oración es impresionante. Y para los varones, que podemos acceder a una zona privada donde se guardan miles de ejemplares de la torá en librerías de madera maciza, la vivencia es indescriptible y también un poco sobrecogedora.




Hemos continuado por el barrio musulmán, saliendo por la Puerta de Damasco, para dirigirnos a comer al Hotel Notre Dame, propiedad del Vaticano y en plenos preparativos para la visita del Papa Francisco I, que vendrá a Jerusalén el próximo 24 de Mayo. El hotel cuenta con su propia iglesia y quien ha querido ha podido visitarla por libre.







Después de comer, al recinto del Pater Noster (Iglesia del Padrenuestro), en la cima del Monte de los Olivos. Aquí nos encontramos la letra del Padrenuestro en infinidad de lenguas.

"Maestro, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.
Él les dijo: cuando oréis, decid:
Padre, santificado sea tu nombre..." (Lc. 11, 1-2)










Continuamos en descenso y nos encontramos la capilla de Dominus Flevit ("el Señor llora), obra, como muchas otras en esta maravillosa tierra, del arquitecto franciscano italiano Antonio Barluzzi; tiene forma de lágrima, porque aquí Jesús lloró por Jerusalén. Seguimos nuestro descenso, pasando por un cementerio antiguo, hasta llegar a Getsemane, donde nos encontramos con el Huerto de los Olivos y la Basílica de la Agonía.













Y aquí concluimos la visita "oficial" del día. Nos ha recogido Elí con el bus y hemos elegido entre dos opciones: marchar al hotel a descansar, o bajarnos en la Puerta de Jaffa para pasear por Mamila, el centro comercial, o adentrarnos en la Ciudad Antigua a callejear por el bazar, teniendo que regresar al hotel por nuestra cuenta. Os enseñamos algunas fotos de esta última opción.





Pero esto no se acaba: mañana nos queda Qumran (asentamiento esenio donde se encontraron los Manuscritos del Mar Muerto), Masadá y el baño en el Mar Muerto. ¡Y también os lo contaremos!

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